UN NUEVO NEGOCIO, EL MISMO VENENO. LANZAN UN SELLO DE ALIMENTO CONTROLADO PARA FRUTAS Y VERDURAS




         Hace algunos días se presentó en Mardel Plata el primer Sello de Alimento Controlado para frutas, verduras y hortalizas producidas en el partido de General Pueyrredón.

La iniciativa se lleva adelante con la complicidad del Servicio Nacional de Sanidad y  Calidad Agroalimentaria (SENASA), el Colegio de Ingenieros, el laboratorio de Análisis Fares Taie y la Asociación Frutihortícola de Productores y  Afines. 

Decimos complicidad porque todos ellos son actores con intereses manifiestos en una forma de producción que prioriza la rentabilidad en desmedro de la salud y el ambiente. Al enumerarlos es posible reconocer la ausencia de organismos o instituciones autónomas, como por ejemplo la Universidad Nacional o alguna de sus facultades que respalden un control que nos obliga a (re) preguntarnos por las condiciones de las verduras, frutas y horatilizas con las que nos alimentamos día a día.

Para comenzar, es necesario señalar que el sello parte de una producción basada en agrotóxicos; solo intenta mantener los residuos en los alimentos vegetales dentro de unos límites “tolerables” en la etapa final.

Las fumigaciones y pulverizaciones requeridas por esta forma de producción afectan a la salud de las poblaciones cercanas, empezando por la de los trabajadores rurales, vecinos y hasta las localidades aledañas (recordemos que hay investigaciones que incluyen análisis de agua de lluvia que indican presencia de glifosato). Al mismo tiempo se contamina la tierra, el aire y el agua. Así se destruye la biodiversidad. 




LA PRIVATIZACIÓN DEL CONTROL

Volviendo al “Sello de Alimento Controlado”, al ubicar a un laboratorio particular como responsable del análisis de las muestras, se plantea la privatización de un control que debería quedar en manos del Estado.

Además, el sello se presenta muy limitado: sólo será para aquellos productores interesados en registrarse (y pagarlo) y es a través de la Asociación Fruti-hortícola, un ingeniero agrónomo y un laboratorio privado que vamos a “saber” qué estamos comiendo. Un negocio donde intervienen todos los actores que tienen un mismo interés: la renta.



SOBRE LOS ANTECEDENTES
El Partido de Gral. Pueyrredón cuenta con el “Programa de Muestreo y Control de Agroquímicos y Contaminantes Microbiológicos en Productos Fruti-hortícolas Frescos” según establece el decreto 2257 de 2012. En el marco de este programa -coordinado por el Departamento de Bromatología- se realizan análisis aleatorios, sin un protocolo ni cantidad de muestras que garanticen su rigurosidad ni mucho menos su representatividad sobre el total de la producción. Los responsables, los cómplices de esta falta de información son los mismos que encabezaron la presentación del “Sello de Alimento Controlado”. Decimos complicidad porque todos ellos saben que los resultados de los que hablan no tiene ningún valor estadístico.
En el último año no hubo control durante ocho meses, y el total de muestras analizadas  fue de 189 sobre una producción total de 300.000 toneladas anuales. A lo cual se agrega que de las 189 muestras 22 no estaban aptas para el consumo.





Fuente: Informe del Depto. de Bromatología del Partido de Gral. Pueyrredón. "Programa de Muestreo y Control de Agroquímicos y Contaminantes Microbiológicos en Productos Frutihortícolas Frescos". 2016-2017. Nótese la leyenda en el recuadro inferior.




          Viendo estos números es evidente que los controles realizados por la Dirección de Bromatología a través del Laboratorio Fares Taie no tienen valor. Aun así, dicen sin ponerse colorados: “Las frutas y verduras del distrito son las mas controladas del país”.
          Además es oportuno mencionar que tanto los controles de Bromatología como los del promocionado “Sello de Alimento Controlado” incluyen análisis que buscan agrotóxicos actualmente en desuso y, si no los buscan, no los van a encontrar. 


ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LOS CONTROLES

De los casi 70 principios activos que se analizan, 23 están prohibidos en nuestro país (tanto su fabricación, como su comercialización y uso). Algunos, como el DDT, desde hace más de 25 años.
No se analizan otros principios activos que son claves para asegurar el “control” de los alimentos. Por ejemplo, atendiendo a que de los 300 millones de litros de agrotóxicos que se usan en Argentina, 200 son de glifosato sería relevante incluir este componente al análisis. Si bien no es el agrotóxico más utilizado en la horticultura,  todos sabemos que la frontera entre los cultivos extensivos y los hortícolas suele ser mínima o inexistente (tal como se puede ver en los cultivos de soja por la ruta 226).  
Tampoco se  incluyen los herbicidas más utilizados en  la producción de papa: diquat, paraquat y mancozeb  (este último con aplicaciones semanales). La lista podría ser más larga… no se analiza ningún insecticida perteneciente al grupo de los neonicotinoides (imidacloprid, por ejemplo), ni los fungicidas carbenzazim, metalaxyl y mancozeb, muy utilizados en diversos cultivos de la zona.
         Todo esto nos permite afirmar que no se corre el riesgo de que los análisis arrojen resultados negativos. La utilización de agrotóxicos que no se analizan -y viceversa- constituyen una garantía para la obtención del sello de parte de los grandes productores, incluso sin respetar las denominadas “Buenas Prácticas Agrícolas”.




AGROECOLOGÍA: LA ÚNICA BUENA PRÁCTICA

Desde la Asamblea Paren de FumigarNos  nos oponemos al sello por cuestiones más profundas que detalles técnicos. Nos oponemos por cuestiones políticas, ideológicas, ambientales, sociales y culturales. El problema de fondo es el modelo de producción y analizar el producto final sólo representa una arista. Nos sobran los motivos para señalar que este sello es un nuevo negocio, una gran falacia funcional un mercado que desconoce nuestro derecho a la salud, a un ambiente sano,  a la alimentación, donde el Estado deja el control en manos de sectores privados favoreciendo sólo a los grandes productores.
Sostenemos que sólo vamos a saber qué estamos comiendo si nos decidimos por la producción agroecológica. Para ponerla en práctica es indispensable que las instituciones impulsen acciones concretas en este sentido. Con la sanción de una ordenanza de Fomento a la ProducciónAgroecológica Rural y Urbana, no sólo vamos a tener acceso a alimentos realmente sanos, cuya producción no afecte la salud de la población ni contamine el ambiente sino que habrá más mano de obra para una ciudad con el  índice más alto de desocupación.
Solamente si no se usan agrotóxicos podemos hablar de buenas prácticas, de alimentos sanos y controlados.

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